ESTIMULACIÓN ESPINAL

Implantación de electrodos para eliminación completa o parcial de dolor

La estimulación espinal es un procedimiento quirúrgico que tiene objetivo la implantación de unos cables con unos contactos en la punta llamados electrodos, que se ponen en una parte específica dependiendo de la patología del paciente.

Estos cables están conectados a una batería (neuroestimulador) por medio de unos cables por debajo de la piel que ayuda al paciente a tolerar los dolores intensos debido a que los impulsos del neuroestimulador que alteran las señales del dolor en la médula espinal que puede ayudar a quitar el dolor parcial o completamente en varias partes del cuerpo como los brazos, la espalda o las piernas.

¿QUE TIPO DE PACIENTES NECESITAN ESTE PROCEDIMIENTO?

Los pacientes que padezcan dolores crónicos que son de difícil tratamiento, por complicaciones en procedimiento quirúrgico o en un accidente en zonas como la espalda, los brazos y las piernas, este proceso hace que los pacientes mejoren su calidad de vida y que dependan menos de medicamentos orales para el tratamiento del dolor. Los pacientes que tienen éxito en este tipo de procedimientos tienden a mejorar desde un 50%. Se utiliza la estimulación espinal en pacientes que hayan intentado otros tratamientos como medicamentos, ejercicio y terapias que no hayan dado resultado.

¿EN QUÉ CONSISTE EL PROCEDIMIENTO?

La estimulación espinal consiste en ayudar a los pacientes que padecen dolores con difícil  tratamiento a quitar el dolor de manera completa o parcial. El procedimiento empieza con la postura en la camilla de tal manera que el paciente se sienta cómodo, debido a que la primera parte del procedimiento se hace con anestesia local en la zona de la espalda, en ningún momento el paciente experimenta dolor, pero el paciente está despierto, debido a que él tiene que ayudar en la detección de la zona de dolor más adelante en la cirugía. Después de posicionar al paciente en la camilla se procede con la anestesia local de manera que el cirujano pueda trabajar sin que el paciente presente dolor.

Más adelante se le hace una radiografía en el quirófano para localizar el punto donde van a ir implantados los electrodos (que son unos cables recubiertos con metal donde llega la energía para ayudar al paciente a tolerar el dolor de manera completa o parcial).

Paso seguido el neurocirujano comienza a realizar una incisión en la espalda, más específicamente en la zona epidural donde se van a ubicar los electrodos.

Se abre la herida hasta el punto donde el cirujano pueda implantar los electrodos y se comienza con la estimulación, esta consiste en producir una pequeña corriente por los electrodos donde el paciente comienza a sentir una pequeña corriente eléctrica en la parte donde se está estimulando, el paciente dice si esa corriente está pasando por el punto del dolor o no. Si la corriente no está pasando por el punto del dolor, el neurocirujano reimplanta los electrodos en otro punto hasta lograr que el paciente sienta la corriente en parte exacta del dolor o muy cercana.

Después de encontrar el punto del dolor se prosigue con la instalación del neuroestimulador (similar a un marcapasos cardiaco, que hace el trabajo de una batería) que lleva la energía por medio de unos cables de extensión (que son los cables que llevan la energía desde el neuroestimulador hasta los electrodos), para bloquear la sensación de dolor que llega al cerebro del paciente, esta parte de la instalación del neuroestimulador se hace con anestesia general.

El neuroestimulador se instala corrientemente en uno de los lados de la parte baja del abdomen. La instalación del neuroestimulador, los cables de extensión y los electros son por dentro de la piel y no se observan en el exterior del cuerpo. Por último el cirujano cierra las heridas de la espalda y del neuroestimulador y el paciente es trasladado a hospitalización por un día donde se le aplican antibióticos para evitar que la herida, tanto de la espalda como del neuroestimulador tengan riesgo de infección. Después de 24 horas el paciente sale del hospital y puede irse a terminar el proceso de recuperación en su casa.

Cabe anotar que los pacientes tienen que seguir en controles permanentes durante los siguientes tres meses, después de pasados los primeros tres meses tienen que ir a revisión y control una o dos veces al mes dependiendo de la opinión del médico especialista durante un año o año y medio. A partir del año y medio el médico especialista decidirá cuando se le tiene que hacer control y la revisión al paciente.

Scroll al inicio